Una mujer atraviesa el Zócalo y camina hacia el oriente por la calle de Moneda. En apenas tres cuadras transitará por siete siglos de historia cultural, religiosa y comercial.
La calle de Moneda debe su nombre a la antigua Casa de Moneda de
México, que estuvo entre 1734 y 1850 en lo que fue la segunda casa de
Moctezuma y es actualmente el Museo Nacional de las Culturas, a un
costado del Palacio Nacional.
La mujer lleva un vestido azul. Se detiene en la esquina con Seminario, pero la cantina El Nivel está cerrada. No podrá ver correr el tiempo en el reloj de la barra, ni refrescarse con una cerveza en el lugar que ostentó la primera licencia en el país para vender licor; el local abrió sus puertas en 1872 y las cerró en 2008.
Le queda comprarse un refresco e intentar descifrar en el primer trago las letras en latín grabadas en el muro del edificio. Ahí se fundó la primera universidad de América, llamada Real y Pontificia Universidad de México, en 1551. Adelanta unos pasos y en la puerta se entera de que ahora es la sede del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, de la UNAM.
Camina un poco más y entra al edificio marcado con el número 4; descubre ahí las escalinatas y esculturas mexicas del Santuario de Tezcatlipoca (dios protector de los guerreros y señor del inframundo). En 1530 se fundó ahí el Palacio del Arzobispado y fue donde Fray Juan de Zumárraga se entrevistó con Juan Diego cuando, dice la leyenda, en el ayate de éste apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe. Luego fue cárcel, cuartel y oficinas; en 1994 la Secretaría de Hacienda lo convirtió en museo.
En la esquina con Licenciado Verdad se detiene y lee: “El Virrey Don Antonio de Mendoza estableció aquí en el año de 1536 la primera imprenta de América”. Adentro, en el predio donde se fundieron las campanas de la primera catedral, en lo que ahora es una librería de la Universidad Autónoma Metropolitana, una enorme cabeza de serpiente tallada en basalto acapara toda su atención. Fue descubierta debajo del edificio en 1989 y era parte del Templo de Tezcatlipoca.
Calle adelante se encuentra con la Casa del Mayorazgo de Guerrero, integrada por dos construcciones. La Casa Mayor fue sede del Conservatorio Nacional de 1912 a 1946, y en ella Rufino Tamayo pintó el mural La Música; actualmente pertenece al Instituto Nacional de Antropología e Historia. La Casa Menor ahora es una plaza comercial que ofrece ropa, bisutería y juguetes; se sabe que el grabador José Guadalupe Posada, el autor de la Calavera Catrina, tuvo ahí su taller desde fines del siglo XIX hasta su muerte en 1913.
La Iglesia de Santa Inés, parte del convento del mismo nombre fundado en 1600, le anuncia el final de la calle. Adentro se sorprende con un hermoso órgano italiano, ensamblado en el sitio en 1909, cuyas 2 mil 200 voces lo hacen uno de los cuatro más importantes del país.
Como recuerdo de su caminata, se dirige al otro lado de la calle y pide a la dependienta de un negocio de uniformes que le tome una foto. Para ello, abraza a un maniquí vestido de gala. Luego desaparece entre la gente que llega o va hacia el oriente.
¿Tienes alguna crónica sobre el Centro Histórico o de En la Cuauhtémoc?
Enviála a crmarketingmx@gmail.com
La mujer lleva un vestido azul. Se detiene en la esquina con Seminario, pero la cantina El Nivel está cerrada. No podrá ver correr el tiempo en el reloj de la barra, ni refrescarse con una cerveza en el lugar que ostentó la primera licencia en el país para vender licor; el local abrió sus puertas en 1872 y las cerró en 2008.
Le queda comprarse un refresco e intentar descifrar en el primer trago las letras en latín grabadas en el muro del edificio. Ahí se fundó la primera universidad de América, llamada Real y Pontificia Universidad de México, en 1551. Adelanta unos pasos y en la puerta se entera de que ahora es la sede del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, de la UNAM.
Camina un poco más y entra al edificio marcado con el número 4; descubre ahí las escalinatas y esculturas mexicas del Santuario de Tezcatlipoca (dios protector de los guerreros y señor del inframundo). En 1530 se fundó ahí el Palacio del Arzobispado y fue donde Fray Juan de Zumárraga se entrevistó con Juan Diego cuando, dice la leyenda, en el ayate de éste apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe. Luego fue cárcel, cuartel y oficinas; en 1994 la Secretaría de Hacienda lo convirtió en museo.
En la esquina con Licenciado Verdad se detiene y lee: “El Virrey Don Antonio de Mendoza estableció aquí en el año de 1536 la primera imprenta de América”. Adentro, en el predio donde se fundieron las campanas de la primera catedral, en lo que ahora es una librería de la Universidad Autónoma Metropolitana, una enorme cabeza de serpiente tallada en basalto acapara toda su atención. Fue descubierta debajo del edificio en 1989 y era parte del Templo de Tezcatlipoca.
Calle adelante se encuentra con la Casa del Mayorazgo de Guerrero, integrada por dos construcciones. La Casa Mayor fue sede del Conservatorio Nacional de 1912 a 1946, y en ella Rufino Tamayo pintó el mural La Música; actualmente pertenece al Instituto Nacional de Antropología e Historia. La Casa Menor ahora es una plaza comercial que ofrece ropa, bisutería y juguetes; se sabe que el grabador José Guadalupe Posada, el autor de la Calavera Catrina, tuvo ahí su taller desde fines del siglo XIX hasta su muerte en 1913.
La Iglesia de Santa Inés, parte del convento del mismo nombre fundado en 1600, le anuncia el final de la calle. Adentro se sorprende con un hermoso órgano italiano, ensamblado en el sitio en 1909, cuyas 2 mil 200 voces lo hacen uno de los cuatro más importantes del país.
Como recuerdo de su caminata, se dirige al otro lado de la calle y pide a la dependienta de un negocio de uniformes que le tome una foto. Para ello, abraza a un maniquí vestido de gala. Luego desaparece entre la gente que llega o va hacia el oriente.
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